Carta de Meritxell Batet Lamaña

Carta de Meritxell Batet Lamaña

40 años de democracia y progreso


Meritxell Batet Lamaña

Presidenta del Congreso de los Diputados

 

Es para mí un verdadero honor, como Presidenta del Congreso de los Diputados, poder participar en la celebración de un aniversario tan relevante como los 40 años de la aprobación del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Y celebrarlo en la Asamblea es una oportunidad única de reivindicación de la institucionalidad democrática.

 

El advenimiento de la democracia y la aprobación de la Constitución de 1978 ofrecieron a las nacionalidades y regiones de España el reto del acceso al autogobierno y a la autonomía política. Y si existe una opinión ampliamente compartida en este tiempo sobre la indudable contribución del estado autonómico al progreso económico y social de nuestro país, lo es más si cabe respecto de Extremadura. Hace cuatro décadas los extremeños y las extremeñas se dotaron del instrumento jurídico, político y social básico para la construcción de su presente y de su futuro, deseosos de construir una identidad regional basada en sus propias raíces e historia. Deseosos de construir una sociedad integrada e integradora, en la que el conjunto de la ciudadanía encuentre sus oportunidades de desarrollo y ver satisfechas sus reivindicaciones de modernidad y bienestar. Deseosos de construir una arquitectura institucional de autogobierno democrático abierto a la participación y despojada de la desatención e históricas ataduras centralistas. Deseosos, en definitiva, de ser los principales rectores de su forma de vida. 

 

Una forma de vida que viene recogida jurídicamente en su Estatuto vigente, cuya última reforma fue aprobada en 2011, bajo la forma de los elementos diferenciales de Extremadura y que establece sobre que ámbitos debe impulsarse la actuación de los poderes públicos para que dichos elementos sean valor y riqueza y no causa de desigualdades: el predominio del mundo rural, la dispersión demográfica, los condicionantes históricos de su marco socioeconómico son algunos de los recogidos en el artículo primero.

 

Por ello considero imprescindible reivindicar, en el marco de la arquitectura institucional de cada Comunidad Autónoma, su órgano de representación. La Asamblea de Extremadura integrar en ella la pluralidad política e ideológica de la ciudadanía extremeña. La Asamblea es centro de deliberación y decisión de los asuntos públicos, canaliza conflictos y acuerda soluciones aceptables para la mayoría de los intereses. Es por tanto el órgano a través del cual se hace realidad el autogobierno democrático en toda su esencia. Vivimos un tiempo en el que las amenazas a la democracia son patentes. La polarización emerge en todos los niveles políticos causando una deslegitimación institucional intolerable en las democracias avanzadas. Asistimos a una batalla cultural que pone en entredicho a la política como mecanismo de ordenación de la convivencia. Pero lo cierto es que no tenemos alternativa. A todos los y las demócratas nos compete manifestar diariamente y sin fisuras una defensa de las instituciones democráticas. Sin ellas, ningún objetivo reflejado ni en la Constitución ni en los Estatutos de Autonomía se hará realidad.

 

Por ello quiero finalizar felicitando a las diputadas y diputados que representan al pueblo extremeño en la Asamblea y a las autoridades que ejercen su responsabilidad institucional con lealtad, con ilusión, con pasión. Pero, sobre todo, conscientes de que los objetivos comunes de Extremadura lo son de todos y todas y siempre dirigidos a cumplir ese sueño compartido por aquellos que en 1983 pusieron en el frontispicio del proyecto autonómico la paz, la democracia y el futuro de todos y todas las extremeñas. Podéis estar orgullosos.